Si su fama de ‘ciudad cara’ te reprime ese impulso de hacer la maleta y marcharte a conocer Ámsterdam, te enseñamos la forma de ver Ámsterdam sin arruinarse y en 48 horas. Siempre y cuando no te pierdas por cierto barrio, claro.

La capital de Holanda recibe cada año más de siete millones de visitantes, que se dice pronto teniendo en cuenta su población de poco más de 700.000 personas. Y si va tanta gente, es por algo… Ciertamente, la fama de ‘ciudad cara’ se ajusta a la realidad, pero ello no debe ser motivo para dejar de conocerla.

Hay muchas formas de llegar. Una combinación económica e interesante puede ser hacerlo en tren. Busca un vuelo super barato que llegue hasta Bruselas-Charleroi (allí aterriza Ryanair) y después coge un tren (www.tgv.com) que te lleva hasta el corazón de Ámsterdam en menos de tres horas. Si escoges una temporada baja y encuentras billetes en promoción, esta combinación avión+tren te puede salir por menos de 100 euros.

Una vez en Ámsterdam, toca seleccionar alojamiento. La oferta es muy amplia y los precios bastante altos. Pero no te asustes, porque hay excepciones. Para quienes no tienen ganas de dormir con extraños o compartir el baño, lugares como el Hotel Abba (Overtoom 118-122) ofrecen habitaciones individuales por 45 euros la noche, con desayuno incluido. Una triple, compartiendo baño con otra habitación, puede costar 95 euros cada día. La ubicación de este hotel es tan buena que puedes llegar a pie a todo.

Cuando hayas solventado la logística, toca disfrutar del viaje. Ámsterdam es una ciudad asequible en cuanto a distancias. Me refiero a que es posible recorrerla a pie, sin necesidad de recurrir al autobús, metro o tranvía. Por cierto, cuidado con estos últimos, porque están por todas las calles, como las bicicletas, algo a lo que cuesta acostumbrarse y te puede ocasionar más de un susto. Pero tranquilo, que pronto te acostumbras a mirar atrás antes de cruzar.

Aunque para empezar, el Aeropuerto de Amsterdam es sin lugar a dudas uno de los mejores en los que puedes estar en todo el mundo; es enorme, tiene un museo adentro, una biblioteca, spa, regaderas, donde dormir, puedes dormir ahí sin problemas.

No olvides comprar sus típicas galletas, o bien algo de este conejito llamado Miffy en el que te cuentan esta basado Hello Kitty; y la verdad esta hermoso, quería comprarme muchos muñecos de estos pero ya no tenía mas espacio en la maleta.

PRIMER DÍA: TOMA DE CONTACTO

El primer día de tu viaje, dedícate a caminar por las calles del centro. Cruza los puentes y párate en ellos a contemplar las vistas tan características de esta ciudad llena de canales. Ahora en otoño, las fotografías son perfectas, con el colorido tan bello de los árboles y sus estilizadas casas que se reflejan en el agua. Mapa en mano, ubícate en las plazas más concurridas: ve desde Leidseplein hasta Central Station, pasando por Dam.

Por el camino también tienes tiempo de disfrutar del rico y variado comercio de la ciudad e incluso de adentrarte en alguno de sus famosos mercados. Es el caso del mercado de las flores, cuyos puestos están flotando en un canal. Mira y compra los típicos bulbos de tulipanes holandeses, un regalo acertado, barato y fácil de llevar. También puedes pasar por Waterlooplein, el mercado más turístico de la ciudad, repleto de puestos de todo tipo. Si te apetece, móntate en un barco (de 8,5 euros en adelante) y disfruta de la ciudad desde otra perspectiva, recorriendo los canales.

SEGUNDO DÍA: DE MUSEOS

Madruga en tu segundo día y date un paseo por el Voldelpark, el parque que está camino del Barrio de los Museos que, como su nombre indica, concentra espacios interesantes para ver. Elige entre el Rijksmuseum (con obras, entre otros, del holandés Rembrandt) y el Museo de Van Gogh, aunque si aprovechas el tiempo puedes llegar a ver los dos. El segundo requiere de menos tiempo.

A la salida, como ya es hora de comer, ves directo al Albert Cuypmarkt, uno de los mercados más grandes de Europa con género de todo tipo. Allí puedes ver todo tipo de puestos y comer por poco dinero en sus aledaños. Una opción realmente económica es recurrir a las patatas fritas que se venden por apenas 2-3 euros y acompañarlas con algún otro preparado rápido que se expenden en máquinas de autoservicio, que se reparten por toda la ciudad. Una croqueta bien grande o un palillo de pollo rebozado te sale por algo más de un euro.

TÓMATE UNA BUENA CERVEZA

Por la tarde, a primera hora, si te gusta la cerveza, te recomiendo que visites Heineken Experience. Está junto a este mercado, en el Barrio de los Museos. Se trata de una exposición-museo que recorre la historia de esta mítica marca de cerveza y explica su fabricación. Por su puesto, incluye degustación. La pulsera cuesta 15 euros y da derecho a dos consumiciones, aunque se añade una tercera durante el recorrido. Una opción muy recomendable porque resulta entretenida.

No te vayas de Ámsterdam sin pasear por su famoso Barrio Rojo. Pese a lo que algunos dicen, no es una zona insegura ni mucho menos. Está en pleno centro de la ciudad y la diferencia con el resto de calles son los escaparates en los que hay mujeres que ejercen la profesión más vieja del mundo, legalizada en este país. Es algo que realmente impresiona y no puedes dejar de ver. Si tienes curiosidad, pásate también por una de las cafeterías…

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